Una optómetra que correspondió a la mirada de Dios

​María de las Nieves González, una joven adolescente de 18 años, futura optómetra de profesión, decidió corresponder a la mirada de Dios el 15 de agosto de 1971.

María de las Nieves González, una joven adolescente de 18 años, futura optómetra de profesión, decidió corresponder a la mirada de Dios el 15 de agosto de 1971.

Vivió en una familia de profundos valores cristianos y a través de sus padres tuvo el primer contacto con el Opus Dei. Descubrió la vocación universal a la santidad, que predicó San Josemaría Escrivá, y vio que Dios la llamaba a hacer presente el celibato apostólico entre su familia, pidiendo la admisión como Agregada del Opus Dei.

María de las Nieves junto a Sara, una de sus sobrinas nietas, de quienes se hacía llamar la tía punto.
Al finalizar su carrera de Optometría en la Universidad de La Salle, Nieves, además de atender a sus pacientes en consulta, dictó clases en esa misma universidad, transmitiendo entre la gente joven los conocimientos de un quehacer que le apasionaba. El consultorio y el aula fueron los ambientes donde su trabajo se convirtió en el quicio de su santidad y de quienes convivían con ella.

Los últimos 20 años de su vida trabajó en la Clínica de la Universidad de La Sabana. Su alegría, sencillez, espíritu de servicio, buen humor y trabajo bien hecho, dejó huella en tantos compañeros de labor y pacientes, que notaban la luz de su fe y amor a Dios.

Naturalmente, este cariño se volcaba en sus hermanos y familiares. Dio ejemplo de cómo se vive el dulcísimo precepto -como llamaba San Josemaría al Cuarto Mandamiento- al cuidar de sus papás con particular finura hasta que fallecieron, ya ancianos. Pudo conocer varios sobrinos nietos, y con su buen humor, para que no le llamaran tía abuela, dijo a una de sus sobrinas nietas: “Yo soy la tia, punto”. Y así la empezaron a llamar la tía punto.

Durante años dedicó parte de su tiempo a la atención de las labores apostólicas de la Prelatura. Desde 2010, cuando llegó a vivir a Chía, lo hizo entre profesionales jóvenes y mujeres casadas que asisten al Centro Cultural Arboleda. Su cariño por las personas y su generosidad son cualidades por las cuales la gente la recordará después del 2 de junio de 2014, día en que se marchó al cielo.

María del Pilar Velásquez

12-VI-2014

Chía, Cundinamarca