Jorge Camargo es un empresario jubilado de 70 años, que vive en Medellín. Desde que se pensionó de ENKA de Colombia, una empresa que produce y comercializa polímeros y fibras químicas de poliéster y nylon, fundó una institución educativa para niños de bajos recursos.
Para iniciar ese proyecto invitó a varios matrimonios amigos suyos, cuyo número ha ido aumentando paulatinamente por su capacidad de entusiasmar a los demás con esa iniciativa que mueve la sensibilidad social de todos. Los primeros de sus socios eran personas que habían trabajado en la compañía o todavía lo estaban haciendo, pero poco a poco fue ampliando el radio de sus amigos.
Además de las reuniones ordinarias de gestión de la Junta directiva, cada año realizan una actividad en la que se invita a todos los miembros de la fundación con sus familias, para que los niños les muestren parte de sus realizaciones y logros en el año lectivo. Se trata de un programa cultural y académico sencillo en el que los hijos de los miembros van aprendiendo a apreciar esa labor de ayuda que prestan sus padres a personas de escasos recursos. En la medida que van creciendo y van ingresando a la Universidad, como están bien motivados, quieren continuar la labor que sus padres han iniciado y también dedican parte de su tiempo a colaborar con la fundación.