Fiesta del Corpus Christi en el Gimnasio de Los Cerros

Festividad del Corpus Christi en el Gimnasio de los Cerros reunió a los alumnos, profesores, directivos, empleados, padres de familia y amigos de este plantel.

La Solemnidad del Corpus Christi la celebra la Iglesia Catolica Romana como día de precepto el jueves siguiente al domingo de la santísima Trinidad. La Conferencia Episcopal de Colombia trasladó su celebración al domingo siguiente. El gimnasio de Los Cerros celebró la santa Misa y una procesión en honor del santísimo Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, como anticipación a la fiesta del Corpus Christi.

Aunque ese sábado 4 de junio, los estudiantes del Gimnasio de Los Cerros no llevaron uniforme, fue un día solemne. Hubo, además, tareas para todos. Mientras unos atendían a los padres de familia, otros ensayaban en los coros, unos más alistaban los tapetes de arena y flores, tintes y moldes para hacer caminos por donde luego pasaría la procesión.

Unos más preparaban el palio, los cirios, las canastas con pétalos blancos y rojos y unos más repasaban las lecturas.

Una veintena de niñas entonaban el tema de la procesión y mostraban sus mejores voces cantando:

Hoy te quiero contar Jesús Amigo,

que contigo estoy feliz,

Si tengo tu amistad lo tengo todo,

pues estás dentro de mí,

Después de comulgar

me haces como Tú,

me llenas con tu paz,

En cada pedacito de este Pan,

completo estás y así te das.

El padre Luis Miguel Bravo, capellán del colegio, coordinó todo el programa y ultimó los detalles de esta Festividad del Corpus Christi en el Gimnasio de los Cerros, que reunió a los alumnos, profesores, directivos, empleados, padres de familia y amigos de este plantel fundado en 1964 por Aspaen y localizado al lado de la montaña en Usaquén, al norte de Bogotá. La banda de la Armada Nacional también se hizo presente en la ceremonia y acompañó la procesión con varios temas sobre la festividad.

La procesión comenzó en el oratorio del colegio, cruzó por la biblioteca, las oficinas, caminos peatonales hasta llegar a las puertas del coliseo.

Al paso de la custodia los asistentes guardaron profundo recogimiento y de rodillas contestaban las oraciones.

En silencio escucharon al coro, que llevó al pensamiento aspectos sobre lo que estaba ocurriendo ese sábado:

Estás ahí por mí, porque conoces

que sin ti pequeño soy,

De ahora en adelante,

nada nos separará ya lo verás.

Te escondes en el Pan

y aunque no te pueda ver,

te puedo acompañar,

es mi lugar preferido.

Hoy quiero comulgar

abrirte mi corazón,

y así de par en par

eres mi mejor amigo.

Se recordó también un poco de la historia de la fiesta y su solemnidad.

Fue la religiosa Juliana de Cornillón, quien animó a celebrar esta fiesta en honor del cuerpo y de la Sangre de Cristo en el año 1208. Unos años atrás, con el pensamiento eucarístico se comenzó a elevar la Hostia en el momento de la Consagración de las Misas. A mediados del siglo XIII el P. Pedro de Praga dudaba sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe. Al retornar, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en el centro de Italia, en la Cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró manchando el corporal.

La noticia llegó rápidamente al Papa Urbano IV, que se encontraba muy cerca en Orvieto, y mandó que se le llevara el corporal. Más adelante el Pontífice publicó la bula “Transiturus”, con la que ordenó que se celebrara la Solemnidad del Corpus Christi en toda la Iglesia el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad.

El Santo Padre encomendó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico para la fiesta y la composición de himnos, que se entonan hasta el día de hoy: Tantum Ergo, Lauda Sion.

En la fiesta del Corpus Christi

San Josemaría, fundador del Opus Dei e inspirador del Gimnasio de los Cerros, pronunció el 28 de mayo de 1964 la homilía titulada “En la Fiesta del Corpus Christi”, en la cual exploraba sobre la importancia de la solemnidad para los cristianos. “Para mí el Sagrario ha sido siempre Betania, el lugar tranquilo y apacible donde está Cristo”.

“Hoy, fiesta del Corpus Christi, meditamos juntos la profundidad del amor del Señor, que le ha llevado a quedarse oculto bajo las especies sacramentales, y parece como si oyésemos físicamente aquellas enseñanzas suyas a la muchedumbre: salió un sembrador a sembrar y, al esparcir los granos, algunos cayeron cerca del camino, y vinieron las aves del cielo y se los comieron; otros cayeron en pedregales, donde había poca tierra, y luego brotaron, por estar muy en la superficie, mas nacido el sol se quemaron y se secaron, porque no tenían raíces; otros cayeron entre espinas, las cuales crecieron y los sofocaron; otros granos cayeron en buena tierra, y dieron fruto, algunos el ciento por uno, otros el sesenta, otros el treinta”, dijo san Josemaría.

“Jesús, en la Eucaristía, es prenda segura de su presencia en nuestras almas; de su poder, que sostiene el mundo; de sus promesas de salvación, que ayudarán a que la familia humana, cuando llegue el fin de los tiempos, habite perpetuamente en la casa del Cielo, en torno a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo: Trinidad Beatísima, Dios Único. Es toda nuestra fe la que se pone en acto cuando creemos en Jesús, en su presencia real bajo los accidentes del pan y del vino”, agregó.

Este junio 4 las integrantes del coro dejaban en la memoria de los asistentes su verso sobre la fiesta:

Dos mil años atrás a tus amigos,

invitaste a cenar,

ahí les prometiste que, con ellos,

por siempre ibas a estar.

Y ahora cada vez que el sacerdote

eleva el Pan en el altar,

me pongo de rodillas porque sé

que en esa Hostia Tú estás.

Al retornar el palio con la custodia al oratorio, monseñor Hernán Salcedo, Vicario Secretario del Opus Dei de Colombia y Ecuador, pronunció unas palabras, para agradecer la Solemnidad:

"Señor, nuestro deseo y nuestra esperanza es que, así como hemos construido con tanto cariño y con tanto trabajo, un camino para que lo recorrieras tú, también estés en nuestros corazones, que sean como una alfombra para que tú pises blando, para que tú puedas estar a gusto en nuestros corazones.

Y ahora aquí, es tu lugar, el lugar donde nos esperas cada día, el lugar donde se celebra la Santa Misa, el lugar donde hacemos oración. Que sea un lugar de adoración, de rendimiento de nuestro corazón. Que atraigas nuestros corazones, que los llenes de tu amor y de tu luz y, luego, como decía san Josemaría, también nos aprietes con tu mano llagada, nos empapes con tu sangre y nos lances a boleo por todos los caminos de la tierra para iluminarlos y salir al encuentro de los demás. Y todo con la compañía de la Virgen María, nuestra Madre, de san José, nuestro padre y señor y de los santos Ángeles que te guardan y te custodian".

Quedará en el recuerdo de los alumnos ese sábado 4 de junio: no se llevó uniforme, pero hubo solemnidad.