En un momento histórico en el que las mujeres llenas de ilusión nos enfrentamos a innumerables retos, de orden familiar, personal, profesional y social, son también muchos los riesgos de desfallecer en el camino, de sentirnos divididas y quizá también desorientadas sobre nuestra misión, nuestras fuerzas y nuestros sueños… En el Opus Dei, he encontrado el eje que alinea tantas expectativas, pues es precisamente su mensaje el que nos anima a encontrar el amor de Dios en el quehacer de cada instante de nuestra vida y aprovechar cada ocasión para servir más y mejor a los demás.
Es así como ser esposa y madre de tres chiquitas, profesional y académica del Derecho, asumiendo los deberes ordinarios de una cristiana convencida, en un mundo lleno de agitaciones y exigencias, me resulta no solo posible sino ¡feliz! Así, con la fuerza de las enseñanzas de San Josemaría, descubrí que tengo los mismos retos, pero la perspectiva
es distinta: definitivamente, la seguridad de un Dios que nos ama da una altura, un peso y un relieve nuevo y maravilloso a la misma realidad.