Con las víctimas del invierno en Colombia

"Uno no sabe lo que tiene hasta que los ve", exclamó Yency, estudiante de medicina de la Universidad de la Sabana, después de visitar a varias familias que fueron afectadas por las lluvias invernales.

Adriana Pineda con un niño indígena en una actividad lúdica.

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Con la intención de integrar más al grupo de universitarias que se alistan para ir a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid organizamos una promoción rural al suroccidente del país, en la que participaron 14 estudiantes y una profesora de la Universidad de la Sabana.

El trabajo arrancó un mes antes, cuando todas comenzamos a gestionar ayudas para los damnificados. María Mercedes, estudiante de Comunicación Social, envió cartas a varias empresas; María Alejandra hizo una campaña en su barrio y entre sus familiares, y consiguió elementos básicos para el hogar y ropa. Como teníamos mucho vestuario de clima frío, decidimos ir a uno de los barrios afectados por el invierno en Bogotá y distribuirla allí. Con el dinero que recolectamos y otros donativos, conseguimos organizar ciento veinte mercados para llevarnos al Pacífico.

Viajamos rumbo a la ensenada de Málaga, ubicada en el océano Pacífico, que cuenta con cerca de 51 islotes en donde habitan comunidades indígenas y afrodescendientes. Después de pasar 18 horas en bus y hora y media en lancha, llegamos a nuestro destino final. Al día siguiente empezamos las visitas a las distintas comunidades que vivían en la zona.

De camino al asentamiento indígena.

Realizamos actividades didácticas y visitas a las familias más necesitadas en una comunidad afrodescendiente, y en tres comunidades indígenas de etnia Wounaan Nonam.

"Ver que son felices con lo que tienen es muy gratificante, mientras que uno es esclavo de muchas cosas", añadió Yency. Para ella la promoción rural le ayudó a descubrir que "uno se puede zafar de todo y vivir bien".

La zona se caracteriza por su clima húmedo y lluvioso. Por eso las universitarias iban preparadas con sus botas pantaneras y un plástico impermeable para llevar una ayuda solidaria a las víctimas del invierno que ha afectado a miles de personas en todo el país.

Juliana, Natalia, Laura, Johanna y Alexandra con un grupo de niños.

Una de las comunidades indígenas pidió una imagen de "La Señora", como llaman a la Virgen María, porque la que tenían se había destruido con el invierno. Con las donaciones que recogimos, compramos una imagen de María Auxiliadora y desde Bogotá la trasladamos hasta Papayos, nombre del asentamiento indígena. Al entregarla a una de las líderes indígenas afirmó: "estoy muy contenta de que la Señora esté aquí con nosotros".

Encendimos velas e invitamos a la comunidad a rezar el rosario frente a la nueva imagen para pedirle que cesaran las lluvias del invierno. Nosotras rezamos en español y los indígenas en su propia lengua, pues no todos hablan castellano. También cantamos canciones a la Virgen, cada uno en su lengua. Los indígenas acompañaron el coro con un tambor.

Para Johanna, estudiante de pedagogía infantil, el reto fue entablar una relación con personas que no entienden bien nuestro idioma. Por eso, afirmó convencida: "no tiene sentido entregar una donación, una cosa, e irse. Esto va mucho más allá de entregar algo. Es entregar cariño, conocer a la gente, saber su nombre, saber tratar a las personas, saber entablar una relación, superando las barreras del idioma. Dando la mano y brindando una sonrisa, siempre que sea posible”. Una de las universitarias confesó decidida: "es hora de dejar a un lado el ser individualistas y regalar un poco de tiempo a otras personas".

Hicimos manualidades con telas navideñas para las señoras.

Quienes estuvimos allí presentes pudimos palpar la realidad de que todos somos hijos de Dios y de Santa María, sin importar color, raza, idioma ni cultura. Unidos en la oración, pedimos por los afectados del invierno de todo el país.

Durante la semana repartimos cerca de cien mercados y bolsas de ropa que traíamos preparadas desde Bogotá, gracias al trabajo y colaboración de muchas personas. Sin embargo, María Mercedes, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, no dudó en afirmar: "recibimos más de lo que dimos".

Por Susana Londoño.