Publicamos la Homilía pronunciada el 21 de octubre por Monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo, Arzobispo de Manizales, en la Misa de Acción de Gracias por la Beatificación de Mons. Álvaro del Portillo

El beato Álvaro del Portillo nos reveló el secreto del Opus Dei, aquello que Dios le mostró a san Josemaría para que nos diese luces a nosotros: en cualquier lugar, trabajo u ocupación: que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo.

Queridos hermanos:

Estamos reunidos para celebrar la Santa Misa en acción de gracias por la Beatificación de Monseñor Álvaro del Portillo, Obispo y Prelado del Opus Dei.

En la carta del Papa Francisco con este motivo, nos decía que debemos buscar en todo momento enamorarnos de Dios (ser santos) y llevar a Dios a todos, allí donde ellos estén. En el Evangelio de hoy vemos que precisamente Jesús nos dice: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame.

Miremos que Jesús no afirma que hagamos las cosas como esclavos, sino que las hagamos como hijos. Francisco lo expresaba en la carta del día de la Beatificación de Álvaro del Portillo. Nos decía que en Madrid "tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida."

Es el camino que el nuevo beato nos propone, que Francisco nos revela y que yo les planteo y me planteo: que la santidad consiste en "enamorarse de Jesucristo".

Aprovechemos esta Santa Misa para pedir a Jesús que nos demos cuenta de esto y que actuemos en consecuencia: pidamos el descubrir que nuestra vida no consiste en hacer cosas imposibles, sino en buscar enamorarse de Cristo. De hecho, el beato Álvaro del Portillo nos reveló el secreto del Opus Dei, aquello que Dios le mostró a san Josemaría para que nos diese luces a nosotros: en cualquier lugar, trabajo u ocupación: que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo.

El Evangelio de hoy también nos recuerda que hemos sido llamados a ayudar a los demás a encontrar este camino de felicidad. Porque enamorarse de Cristo produce la única alegría que puede llenar el corazón del hombre y no es lógico que nos quedemos con ella para nosotros solos. Eso tenemos que hacer: "enamorarnos de Cristo y procurar que otros se enamoren de Él" (en esto consiste el apostolado).

Su Santidad el Papa Francisco lo decía en su carta: "En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres. La primera condición para anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos".

El Nuncio Apostólico en Colombia, Mons. Ettore Ballestrero, explicaba en una homilía el 24 de marzo pasado, celebrando el centenario del nacimiento del beato Álvaro con personas de la Obra y sus amigos: "ustedes, fieles corrientes, se esfuerzan por buscar la santidad y ejercitar el apostolado "persona a persona" ―como le gusta decir al Santo Padre― en medio de esta ciudad y a favor de la nueva evangelización de esta sociedad concreta que nuestro Padre Dios nos ha encomendado". Por eso concluía el Nuncio, siguiendo el decreto de la Santa Sede sobre las virtudes de don Álvaro, que "al promover este impulso evangelizador, buscó siempre que las actividades apostólicas de la Prelatura se ejerciesen al servicio de las diferentes Iglesias particulares".

Pidamos a Nuestra Señora del Rosario, patrona de esta Arquidiócesis y al Nuevo beato que nosotros procuremos hacer estas dos ideas que el nuevo beato y el Opus Dei, que es una partecita de la Iglesia (como le gustaba decir a don Álvaro), nos proponen hoy: buscar a Cristo para enamorarnos de Él y procurar que otros también se enamoren de Él.