A los pies de la Virgen del Pilar

Durante sus años de seminarista y estudiante de Derecho en Zaragoza (España), San Josemaría acudió todos los días a la Santa Capilla de la Virgen del Pilar, que celebra su fiesta el 12 de octubre.

El 23 de junio de 1992, tras la recién celebrada beatificación del Fundador del Opus Dei, el entonces Prelado de la Obra, Mons. Álvaro del Portillo ofreció un manto a la Virgen del Pilar. Con motivo de la fiesta de la Virgen del Pilar, ofrecemos hoy el texto pronunciado en aquella ocasión y lo enmarcamos con sendas citas de las biografías de San Josemaría de José Miguel Cejas y Michele Dolz.

"No sabemos lo que sintió en su alma el joven Josemaría cuando divisó en la lejanía, procedente de Logroño, las altas cúpulas del Pilar, con sus torres erguidas junto a la ribera del Ebro. Quizá resonara en sus oídos aquella vieja oración que solían cantar a coro, al dar las horas, en las aulas colegiales de Barbastro: "Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza". Quizá le evocara algún requiebro mariano de una jota popular.

No lo sabemos; pero es seguro que su corazón latió con fuerza al contemplar la silueta de aquella Basílica entrañable y de aquella ciudad en la que iba a estudiar segundo curso de Teología y donde iba a iniciar una nueva vida –¡tan distinta!–.

Basílica del Pilar, a orillas del Ebro

Y también es seguro que, como buen aragonés, una de las primeras cosas que hizo al llegar a Zaragoza fue visitar a la Madre de Dios en la Santa Capilla donde acudían –y acuden– a venerarla millares de peregrinos desde tiempo inmemorial."

"Fueron años de estudio intenso, que se reflejaron en buenas calificaciones académicas; y años de crecimiento espiritual, que llevaron a Josemaría a una profunda vida de piedad. El joven seminarista se acercaba todos los días a la cercana Basílica del Pilar y le confiaba sus afanes y sus inquietudes íntimas a la Virgen: “Y yo, medio ciego, siempre esperando el porqué. ¿Por qué me hago sacerdote? El Señor quiere algo; ¿qué es? Y con un latín de baja latinidad, cogiendo las palabras del ciego de Jericó, repetía: Domine, ut videam! Ut sit! Ut sit! Que sea eso que Tú quieres y que yo ignoro. Domina, ut sit!”.

Santa Capilla de la Virgen del Pilar

Pasaba largos ratos de oración junto al Sagrario en la capilla del Seminario. A veces, durante toda la noche. “Un día –contaba—pude quedarme en la iglesia después de cerradas las puertas. Me dirigí hacia la Virgen, con la complicidad de uno de aquellos buenos sacerdotes ya difunto, subí las pocas escaleras que tan bien conocen los infanticos y, acercándome, besé la imagen de nuestra Madre. Sabía que no era esa la costumbre, que besar el manto se permitía exclusivamente a los niños y a las autoridades (...). Sin embargo, estaba y estoy seguro de que a mi Madre del Pilar le dio alegría que me saltara por una vez los usos establecidos en su catedral”.

En la ceremonia de entrega del manto, Mons. Tomás Gutiérrez, Vicario Regional de la Prelatura en España, pronunció las palabras preparadas por don Álvaro:

Reproducción de la imagen de la Virgen del Pilar

"¡Virgen Santa del Pilar. Madre Dios y Madre Nuestra!

Desde Roma te saludo con mis hijas y mis hijos, con los Cooperadores y amigos del Opus Dei que hoy participan del solemne acto de la entrega del manto que, con tanto cariño, hemos preparado para Ti. Nos hemos reunido para agradecerte, con toda el alma que la Trinidad Beatísima haya querido hacernos partícipes de la alegría inmensa del contar a tu hijo Josemaría, nuestro Fundador, entre los bienaventurados. ¡Gracias, Madre nuestra!

En el manto se han bordado las palabras grabadas por el Beato Josemaría en la base de una reproducción de tu imagen del Pilar, el 24 de mayo de 1924. Domina, ut sit! Señora, que sea eso... que tú quieres: era el Opus Dei; éramos cada uno de nosotros, los fieles de la Prelatura y sus Cooperadores y amigos que, a lo largo de los siglos, formarán parte de la Obra de Dios o participarán de su calor con el único fin de ser santos y difundir la santidad entre los hombres.

De nuevo nos ponemos enteramente en tus manos. Madre nuestra: trátanos como cosa tuya y haz que cada día amemos más a tu Hijo, con una fidelidad a Dios y a la Iglesia como la de nuestro Fundador.

Base de la imagen con las palabras grabadas por San Josemaría

No he podido cumplir mi deseo de ponerme hoy a tus pies, como Prelado del Opus Dei, para hacerte personalmente la ofrenda. De corazón, os acompaño desde Roma, mientras mi Vicario para España realiza ese ofrecimiento.

¡Virgen Santísima del Pilar, ruega por el Papa y los Obispos, por los sacerdotes y por todos los cristianos, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén!